Guerras invisibles
Lic. José
A. Amesty R.
18 marzo, 2022
Estamos viviendo a diario por los medios de comunicación,
un parte de guerra en torno al conflicto armado en Ucrania, los medios lo
permiten y es posible hoy. Nos alertan de los peligros de una posible guerra
nuclear. No obstante, ante la moda de la guerra y su horror, parecen haber
aires de solución al mismo ante las negociaciones de las partes involucradas.
Sin embargo, parecemos nublados e imposibilitados de ver,
darnos cuenta, de otras guerras en curso, ya que los medios no transmiten o no
les interesa mostrar. Guerras inexistentes para las redes de internet, para la
TV y en los periódicos. Como parte del capitalismo digital, este, busca que la
gente no comprenda ni vean a otros/as.
De seguido vamos a informar de otros enfrentamientos
bélicos en África y Asia, enfatizando la guerra en Yemen.
Según la Escuela de Cultura de Paz, centro de
investigación sobre paz, conflictos y derechos humanos adscrito a la
Universidad Autónoma de Barcelona y creado en 1999 por UNESCO, “las dos
regiones anglófonas del oeste de Camerún
continúan afectadas por el grave clima de violencia como consecuencia de las
acciones de los actores armados secesionistas, así como del excesivo uso de la
fuerza y las operaciones de contrainsurgencia llevadas a cabo por las Fuerzas
Armadas y las milicias locales”. La violencia estalló en 2017. Según datos del
International Crisis Group, ya ha habido más de 6.000 muertos.
Etiopia. En 2020, la región
etíope de Tigray se vio afectada por una escalada de la tensión con el Gobierno
federal que derivó en una confrontación bélica de graves consecuencias. El 4 de
noviembre de ese año, el primer ministro etíope, Avío Ahmed, ordenó el inicio
de una operación militar contra las autoridades de esa región fronteriza con
Eritrea. Tras la ofensiva se desencadenaron duros enfrentamientos y una
escalada del conflicto, provocando el desplazamiento de miles de civiles. El
presidente de EEUU, Joe Biden, afirmó que Etiopía no cumple con los requisitos
de elegibilidad de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA)
“por graves violaciones de los derechos humanos reconocidos
internacionalmente”. “Estamos ante un conflicto al que se suma un deterioro de
la economía y perturbaciones climáticas que están agravando la situación
humanitaria de más de 26 millones de personas”, subraya Pilar Orduña,
responsable humanitaria de Oxfam Intermón.
Malí. Este país africano es
escenario de múltiples violencias. En su informe sobre los conflictos que atraviesan
el mundo, la Escuela de Cultura de Paz, destaca que el sufrimiento en gran
parte del territorio maliense se debe a las acciones armadas perpetradas por
grupos de corte yihadista, a lo que se suman enfrentamientos entre milicias de
las comunidades fulani, dogon y bambara y choques armados entre las dos
coaliciones de grupos yihadistas en la región, así como las respuestas no menos
agresivas de las fuerzas de seguridad. El horror se ha cobrado desde 2012 al
menos 25.000 vidas. Según ACNUR, 2,5 millones de personas se vieron desplazadas
de sus lugares de residencia a causa de esta dramática situación.
Mozambique. La provincia de Cabo
Delgado, en el norte de Mozambique, padece desde finales de 2017 un conflicto
armado protagonizado por el autodenominado Ahlu Sunnah Wa-Jama (ASWJ). La
organización armada de carácter yihadista hizo su primera aparición en octubre
de ese año con el ataque a tres puestos policiales en el distrito de Mocimboa
de Praia. Desde ese momento, Cabo Delgado ha sido el epicentro de un aumento en
la actividad violenta en el país. Médicos Sin Fronteras alertó recientemente de
que “la crisis humanitaria persiste y cientos de miles de personas desplazadas
sobreviven en condiciones precarias”.
Nigeria. La secta islamista
Boko Haram reclama el establecimiento de un Estado islámico en Nigeria y
considera a las instituciones públicas nigerianas como corruptas y decadentes.
El informe de la Escuela de Cultura de Paz, alerta sobre la “persistencia de
las actividades de Boko Haram, a pesar de las operaciones contrainsurgentes,
provocando nuevos desplazamientos de población y agravando la crisis
humanitaria existente”, marcada por “violaciones generalizadas de los derechos
humanos, entre ellas masacres de civiles, la mutilación y el secuestro de menores
y la violencia sexual contra ellos”.
Somalia. El conflicto armado y
la ausencia de autoridad central efectiva en el país tienen sus orígenes en
1988, cuando una coalición de grupos opositores se rebeló contra el poder
dictatorial de Siad Barre y tres años después consiguieron derrocarlo. Esta
situación dio paso a una nueva lucha dentro de esta coalición para ocupar el
vacío de poder, que ha provocado la destrucción del país y la muerte de más de
300.000 personas desde 1991, a pesar de la fracasada intervención internacional
de principios de los noventa.
Los diversos procesos de paz para intentar instaurar una
autoridad central han tropezado con numerosas dificultades, entre las que
destacan los agravios entre los diferentes clanes y subclanes que configuran la
estructura social somalí, la injerencia de Etiopía, Eritrea y EEUU y el poder
de los diversos señores de la guerra.
Afganistán. El país ha vivido en
conflicto armado prácticamente de forma ininterrumpida desde la invasión de las
tropas soviéticas en 1979, cuando se inició la guerra entre las fuerzas
soviéticas y afganas, por una parte, y las guerrillas anticomunistas islamistas
(muyahidín) por otro. Los talibanes tomaron el control del país en agosto de
2021 ante la mirada impávida de la comunidad internacional. El Frente de
Resistencia Nacional liderado por Ahmad Masud encarna hoy el principal grupo
armado contra el poder talibán.
Irak. El territorio iraquí
es otro escenario de violencia crónica. En diciembre de 2021 concluyó la misión
de EEUU en ese territorio, marcada, al igual que Afganistán, por otro fracaso:
lejos de vivir en paz, Irak sigue inmerso en un panorama preocupante. Escuela
de Cultura de Paz, mantiene a este país en el listado de lugares que sufren
conflictos violentos graves.
Siria. “Los sirios han sido
sometidos a violaciones de los derechos humanos a escala masiva y sistemática”,
se lamentaba el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Sus
palabras coincidían con un nuevo aniversario de la guerra que sufre este país
desde 2011 y que ha tenido como protagonistas al Gobierno de Bashar al-Assad y
a grupos armados de distinta inspiración.
Según datos de ACNUR, hay 5,6 millones de refugiados y
6,7 millones de desplazados internos. La guerra se traduce además en otro
número de espanto: el 80% vive en situación de pobreza. “La situación
humanitaria es devastadora. Hay más de 13 millones de personas que necesitan
ayuda humanitaria”, remarca Pilar Orduña, responsable de acción humanitaria de,
Oxfam Intermón.
Y otras guerras en: Región Sahel
Occidental (norte de Malí, norte de Burkina Faso y noroeste de Nigeria);
República Centroafricana; República Democrática del Congo (este); Uganda; Sudán
(Darfur); Sudán del Sur; Myanmar (antes Birmania).
Veamos el caso de Yemen:
Yemen también es escenario de una grave crisis
humanitaria provocada por la guerra. Desde marzo de 2015, una coalición
liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos bombardea las zonas del país
controladas por los rebeldes hutíes. El último informe de la organización
yemení independiente Mwatana for Human Rights, señala que a lo largo de 2021 se
produjeron 839 incidentes de daños a civiles y objetos de carácter civil en los
que murieron y resultaron heridos más de 782 civiles. “Más del 80% del país
necesita ayuda humanitaria urgente”, apunta Pilar Orduña. La muerte se niega a
dar tregua en este otro punto crítico del planeta.
La guerra en Yemen es calificada por Amnistía
Internacional como “el infierno en la tierra” y según Achim Steiner, administrador
del PNUD, “Yemen es la peor y más grande catástrofe humanitaria del mundo, y
esta catástrofe continúa agravándose”.
Desde que en marzo de 2015 estallase la guerra, por Yemen
se ha extendido la pobreza, la miseria, los desplazamientos masivos (más de
cuatro millones de personas han sido desarraigadas de sus hogares) en un país
sembrado de miles de muertes de civiles y enfermedades como el cólera que es
una amenaza constante, miles de personas carecen de acceso a servicios básicos
tales como las letrinas y el agua potable. A lo anterior hay que sumar el
Covid-19, ahora mismo el país está viviendo la cuarta ola.
A estas alturas se calcula en más de 400.000 muertos en
esta guerra, de los cuales en torno al 60 por ciento, se debe a consecuencias
indirectas del conflicto, como la falta de agua potable, el hambre y las
enfermedades. El número de personas desnutridas supera los cinco millones.
Todas las partes implicadas en el conflicto de Yemen han causado víctimas
civiles.
Las intervenciones militares sauditas son verdaderas
carnicerías hacia la población, pero no consiguen cambiar el rumbo de la
guerra, como pretendían los líderes del golfo, todo lo contrario, militarmente
son un fracaso, la capital Sana’a, es controlada por los huthíes que en estos años
ha incrementado su relación con Irán.
Desde 2015 hasta junio de 2021, España autorizó
exportaciones de armas a Arabia Saudí y EAU por importe de más de 2.300
millones, cantidad que casi alcanza los 2.700 millones al incluir otros
miembros de la coalición internacional que opera en Yemen como Egipto, Jordania
y Kuwait.
El final del conflicto parece estar lejos, los intereses
internacionales, junto al rechazo de la población a la intervención extranjera,
alejan una salida política que gane el terreno al enfrentamiento armado.
Finalmente, recalcamos, que estas guerras parecen no
existir para los medios de comunicación, no les interesa, ya que no son guerras
“importantes”, no venden periodísticamente. No les importa que la gente esté
sometida, a lo que ellos quieren que nosotros veamos.
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