Venezuela, Carlos Lanz, ¿Por qué se pierde la ética
revolucionaria?
Lic. José A. Amesty
Rivera
11 julio, 2022
Todavía repensando los
hechos sucedidos contra la persona del profesor Carlos Lanz Rodríguez en
Venezuela, y al margen de cualquier consideración al respecto, solo logramos
llegar a la conclusión sobre la evidente maldad del ser humano.
A su vez, en este artículo,
trataremos de no explicitar nombres, ni hacer juicios de valor, recalcaremos la
expresión “al parecer”, para dar el beneficio de la duda a los/as implicados en
el vil asesinato; aludiremos algo en relación con la pregunta del título, y
algunas otras consideraciones.
Existen muchas
definiciones de ética revolucionaria, pero en todas, se revelan las siguientes
expresiones:
“Supone un alto sentido de la dignidad humana”
“Sensibilidad ante la injusticia”
“Es tener amor a la justicia social”
“El valor de la fidelidad a la causa revolucionaria, ello
implica la no traición”
“la solidaridad, que se manifiesta con el respeto mutuo,
ayuda a otros, hospitalidad, generosidad”
“ser honesto, sincero y amistoso”
“una práctica humanista de los sujetos políticos, que
están comprometidos en la teoría y la acción con la justicia social”
“Ser ejemplo en una nueva actuación, impresa por valores como la honradez, la responsabilidad, la solidaridad, la austeridad”.
En cuanto al hecho
mismo, la muerte de Carlos Lanz, horroroso, por cierto, no existen en los
compañeros/as, supuestos líderes y lideresas de izquierda, revolucionarios/as,
camaradas, al parecer incursos en el delito, ningún acercamiento sobre las
expresiones citadas arriba.
No hay congruencia entre
lo que se define como ética revolucionaria y el actuar de los personajes
involucrados, al parecer, en el dantesco crimen.
¿Por qué sucede esto?
¿Por qué se pierde la ética revolucionaria?
Podríamos proponer, al
menos, dos presunciones, la primera, un alto grado de corrupción, y la segunda,
un alto grado de amor al dinero.
Recordemos que producto
de las condiciones sociales de Venezuela, originadas por el bloqueo, el saqueo,
y las condiciones de vulnerabilidad del pueblo venezolano, auspiciado por los
EEUU, el colectivo social se ha visto atrapado en unas condiciones, que rayan
en lo delincuencial para poder adquirir lo mínimo de sus necesidades básicas.
Esto ha llevado a la
población a ser presa de la corrupción. Mal, que algunos no creían ser
absorbidos/as por él. ¿Cómo se explica que camaradas sean derrotados/as, por
esta descomposición de la sociedad venezolana? Y aquí, recalco, que no es un
mal, solo de Venezuela, sino de toda la sociedad latinoamericana y mundial.
Y al parecer, esto ha
sucedido en el hecho atroz sucedido con la vida de Carlos Lanz, camaradas,
amigos/as, familiares, que se olvidaron, perdieron la brújula ética y se
empantanaron en el lodo de la corrupción. Ya que el móvil del asesinato, es, al
parecer, la actitud corrupta de unos de sus actores.
En este caso, la
corrupción lleva al segundo elemento, y es el amor, la codicia, el desear tener
más dinero. Y de allí, no importan los valores, la ética, revolucionaria o no.
Aquí refiero como
teólogo a un precepto bíblico, que se encuentra en 1 Timoteo. 6:10, el cual
dice: “Porque el amor al dinero, es raíz
de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado... y se han
causado terribles sufrimientos”.
Recalcamos, si este fue
el móvil para quitar la vida a un ser humano, por amor al dinero, por ser
codiciosos/as, sin duda alguna, hubo en ellos/as un desvió de sus creencias más
antiguas, de sus principios inalienables, de los valores básicos humanos, y por
ello sufrirán por siempre sus actuaciones.
Recordemos a su vez que,
la avaricia y la corrupción forman parte de los antivalores, creados a lo largo
de la historia de la humanidad, y fortalecidos y promocionados por el
capitalismo. La crisis de valores está presente en este vil asesinato.
Otro elemento, en este
caso, fue la nefasta idea de algunos sectores, de forzar los argumentos e
indicios para echar la culpa al gobierno bolivariano, de estar detrás de la
desaparición de Carlos Lanz.
También se intentó,
desviar el asesinato hacia un mero caso pasional, como lo indica el autor
Rolando Graterol Guzmán, en su artículo, “El
Asesinato de Carlos Lanz no es un crimen pasional, es un crimen político”,
al señalar, “El crimen tiene un contexto que no puede ser solo el de la
relación conyugal disfuncional, sino el del cáncer de la corrupción que está
enquistado como un tumor en plena metástasis en el Estado venezolano. Así que
esto no es un crimen pasional, esto es un crimen político”.
Indicando, además,
“Dejémonos de la paja de pensar que todos nuestros males los causa el imperio y
las potencias extranjeras. Esa fue la narrativa que en el caso de Carlos Lanz
se quiso vender para que jamás se supiera lo que pasó. No, aquí los
responsables somos todas y todos los que hemos dejado actuar a la corrupción a
sus anchas. Guardamos silencio ante el corrupto, dejamos actuar a los que son
capaces de abrir una bolsa para sacar un aceite, hasta la funcionaria de libre
nombramiento y remoción que teje toda una red de corrupción a la vista de todo
el mundo”.
Rematamos entonces,
“Carlos Lanz no fue asesinado por un problema pasional o por un problema
personal. Carlos Lanz fue víctima de un entramado de corrupción emanado desde
la dirección del Instituto Nacional de Centros Educativos Socialistas INCES del
Estado Aragua. Carlos Lanz es asesinado por un sector de alto nivel de la
burocracia que sintió amenazada su red de corrupción”.
En este sentido, nos
urge revisar tal conducta y proponer ideas para bregar con esta situación.
“Creemos que, con este fúnebre y terrible acontecimiento, se reivindica la
necesidad de sanear la administración pública, revisar el comportamiento de los
funcionarios públicos (desde los más altos niveles hasta los de menos nivel),
de castigar a aquellos que se han anquilosado en el aparato estadal para
enriquecerse, para lucrarse; de activar la contraloría social a través de los
mecanismos creados para tal fin (Consejos Comunales, Consejos de Trabajadores,
Comunas y otros)”.
Estamos urgidos/as de un
plan, un programa, urgente, en el caso venezolano, para rescatarnos de la
corrupción y el amor al dinero, en este sentido, nos ayudan las palabras de
Fidel Castro Ruz, y me permito parafrasear al gigante...
(El revolucionario con
ética) “es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser
cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás
como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios
esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito
social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de
cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y
heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni
violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el
mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.
Como elemento
organizador, quizás nos ayude un plan nacional, de Formación Sociopolítica,
plan que fue pensado por el profesor Lanz y, contradictoriamente, algunos/as de
sus verdugos/as.
En este plan, hay
presentes elementos, que nos ayudaran a volver al camino, del que nos
desviamos, a volver a la senda antigua, de la que no debimos salir, a volver al
camino glorioso de la ética revolucionaria.
Camino que tanto Gramsci
como el Che Guevara, nos legaron y nos insisten hoy, que debemos asumir como
verdaderos revolucionarios, y que se traducen en valores rescatables hoy como,
dignidad, patriotismo, humanismo, solidaridad, responsabilidad, laboriosidad,
honradez, honestidad, justicia, entre otros.
En su honor, Carlos
Lanz, merece que se constituya un movimiento que difunda y promueva su
pensamiento; que prolongue su vida más allá de la muerte en la siembra de
saberes y de la tierra; que nos libere y nos haga un poco mejores y que vaya
transformando lo mezquino en bondad, según Hindu Anderi, en su artículo, “Carlos Lanz, el inclaudicable”.
Finalmente, dejamos tres
elementos aclaradores y explicativos, planteados por el auto Luigino Bracci
Roa, en su artículo, “Para un examen
crítico del caso Lanz”, “¿Cuántos camaradas quedan en las instituciones
públicas, realizando gruesas tramas de corrupción, beneficiándose de contratos
y comisiones al tiempo que emiten grandes discursos dándoselas de revolucionarios
y engañando a tanta gente?
Hay que diferenciar, muy
bien, a aquellos miembros del comité de búsqueda, que tenían sus intenciones
oscuras, de aquellos que lo hacían por amor y aprecio al Prof. Carlos Lanz:
porque lo conocieron, fueron sus alumnos o trabajaron con él y solo pedían su
aparición con vida.
Hasta en una causa tan
noble como la desaparición de un gran líder revolucionario, uno siempre tiene
que estar revisando segundas y terceras intenciones de quienes lideran estas
luchas. No se puede apoyar incondicionalmente a nadie.
La presión de la gente
sobre el caso, fue lo que mantuvo al Ministerio Público y los cuerpos
policiales trabajando, e hizo que algún excelente profesional se diera cuenta
de la mudanza de la empleada doméstica, (solo
el pueblo salva al pueblo) lo que desembocó en la solución de este
cangrejo”.
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